martes, 24 de junio de 2014

Transgénero e Inodoros


Coy vive con sus padres en Colorado Springs. En diciembre de 2012 el colegio de Coy, el Eagleside Elementary School de Fountain (Colorado), les envió una carta exigiendo que Coy dejase de usar el baño de niñas. En solo seis meses, en medio de una enorme atención mediática todo cambió. Un tribunal obligó al colegio a aceptar a Coy como una niña transgénero y, desde el pasado enero, propiciado en parte por el debate que Coy desencadenó, el Estado de California reconoció el derecho de los escolares a decidir que baño utilizan y en qué actividades deportivas participan. 

Mucha gente piensa que la arquitectura tiene poco que ver con la exclusión social. Se equivocan. Con demasiada frecuencia los baños, los vestuarios o los patios de colegio encajan con violencia la diversidad de género existente en un reductivo molde binario de “hombres” y “mujeres”. Puede parecer una nimiedad, pero no lo es. Según la Universidad de Washington, el 78% de las personas transgénero sufren acoso en los colegios estadounidenses y más del 50% intentan suicidarse antes de los 20 años. No es el resultado directo de sus identidades, sino de la dificultad que encuentran para vivirlas con normalidad. Con el auge del movimiento por la neutralidad de género, el diseño de vestuarios y baños colectivos se ha convertido en punto de paso de un debate en el que la arquitectura puede ganar relevancia y utilidad social, contribuyendo a que cosas tan normales como la androginia, el transgénero o la intersexualidad dejan de ser noticia. 

[Artículo escrito por Andres Jaque publicado originalmente en El Pais Semanal]


No hay comentarios:

Publicar un comentario